Texto integro leído en la manifestación de las yeguas.
Aquí dejamos el texto integro que fue leído en la manifestación de la asociación nacional de criadores de ganado marismeño con motivo de la suspensión de las sacas de las yeguas 2017;
Buenas tardes y muchas gracias a todos nuestros vecinos de Almonte y a los visitantes que hoy habéis querido acudir para acompañarnos y apoyarnos en esta movilización.
Lamentablemente y como todos sabéis, desde el pasado sábado hasta hoy ha ocurrido un hecho que es una terrible desgracia y que nos obliga a dedicar nuestras primeras palabras al mismo. Se trata del incendio que comenzó en Moguer y que a lo largo del día de ayer ha consumido una parte importante de nuestra amada Doñana, de nuestro patrimonio, de nuestra vida. Del entorno que nos ha visto nacer y crecer, del lugar en el que desarrollamos nuestra labor ganadera y que marca profundamente nuestra idiosincrasia y nuestras costumbres.
Es imposible valorar el daño causado y el dolor que sentimos al contemplar el estado en el que ha quedado el parque. Sin embargo, queremos pediros un fuerte aplauso para todos los hombres y mujeres que han estado luchando contra las llamas en las últimas horas, arriesgando incluso sus vidas. Se merecen nuestro reconocimiento y nuestro más sincero agradecimiento, porque sin ellos, seguramente, la catástrofe habría sido inabarcable.
Doñana es nuestro cosmos particular, nuestra vida, nuestra casa. Con Doñana nos une vínculo que va más allá de lo afectivo porque se remonta miles de años atrás y se transmite de padres a hijos en una carga genética que destila amor por la tierra que nos ha visto crecer y desarrollarnos. Hablar de Almonte es hacerlo de Doñana y viceversa. Sin embargo, desde que las administraciones públicas tomaron el control del Parque Nacional se ha generado un mito que no se corresponde con la realidad, el de la Doñana Salvaje, el de la Doñana en la que no interviene la mano del hombre, una entelequia que a poco que miremos hacia atrás no se sostiene por sí misma.
Porque Doñana es producto de la mano del hombre, hemos sido los pobladores de Doñana, los que a lo largo de los siglos hemos modelado este territorio para que la Humanidad pueda hoy disfrutar de uno de los parajes naturales más importantes del mundo. Hemos sido nosotros y nadie más, con nuestros usos tradicionales y costumbres, con las tareas ganaderas, la apicultura, el carboneo, el aprovechamiento de la piña o la agricultura tradicional los que hemos propiciado que Doñana se conserve en las mejores condiciones. Conviviendo en armonía con el medio natural, equilibrándolo y reparando las catástrofes naturales, que como la acontecida desde la noche del sábado han azotado históricamente este espacio. Por eso no se entiende que los gestores del Parque Nacional hayan ido limitando la presencia humana dentro de Doñana hasta ir extinguiendo los lazos culturales y etnográficos que se han forjado de manera secular, hasta el punto de poner en peligro, la conservación del espacio y de algunas de las especies que en él habitan y le son propias, como la yegua marismeña.
Sí, la yegua marismeña es una especie propia de Doñana, como el lince ibérico o el águila imperial. Es una raza autóctona, única y exclusiva de este entorno, donde se ha criado, lo sabemos bien porque es algo que está convenientemente documentado, desde mucho antes de que Doñana existiese como tal. Este entorno es el que le confiere las características que son propias de su raza y que no tendría si se criara en otro ecosistema distinto. Por tanto, la yegua marismeña sólo puede criarse, vivir y reproducirse en un entorno de humedal.
La yegua marismeña, además, está en peligro de extinción. Sólo quedan unos pocos cientos de ejemplares. Su recuento está muy por debajo de lo que las autoridades estipulan como límite para considerar a una especie en riesgo. Es irónico que hayan sido las propias limitaciones de las autoridades que gestionan Doñana las que en parte hayan provocado la progresiva desaparición de la especie. Y es que en Doñana sólo puede vivir un número limitado de yeguas. Es lo que se denomina “carga ganadera” y está establecido en el Plan Rector de Uso y Gestión del parque.
De ese número ya de por sí limitado, los ganaderos almonteños contaban con 400 cabezas de ganado en lo que se conoce como Marisma Gallega, perteneciente al término municipal de Hinojos. En 2010, el Ayuntamiento de Hinojos dictó una ordenanza que mandaba la expulsión de 210 ejemplares de titularidad almonteña de su marisma con el fin de ocupar esas plazas con yeguas propiedad de sus ciudadanos. Esto, que suponía una injusticia para los derechos históricos de los ganaderos almonteños, fue llevado a los tribunales, pero el Supremo consideró en 2015 que Hinojos estaba en su derecho de echar a nuestras yeguas de su territorio.
¿Qué podíamos hacer entonces? ¿Dónde llevaríamos nuestro ganado para que siguiera viviendo? La Junta de Andalucía nos ofreció entonces una solución que, si bien no era en absoluto de nuestro agrado, era la única opción que teníamos de poder seguir con la crianza de nuestras yeguas. Se trataba de llevar estas 210 cabezas a la finca del Patrimonio, un terreno de carácter forestal que la Junta prometió que se adecuaría para que las yeguas pudieran vivir en él y que estaría preparado antes del 31 de diciembre de 2016. Esta promesa salvó la Saca de las Yeguas del año pasado tras muchas negociaciones.
Sin embargo, la Junta de Andalucía no cumplió su compromiso. La finca del Patrimonio no estuvo lista a 31 de diciembre de 2016, tampoco en enero, ni en febrero ni en marzo de 2017. Pasaban las semanas y la intranquilidad de los ganaderos iba creciendo. Mientras tanto, en enero, Hinojos publicaba una nueva ordenanza por la que echaba al resto de las yeguas almonteñas, es decir, a las 400 que habían vivido allí siempre.
Pedimos varias reuniones con el consejero José Fiscal para saber qué iba a pasar, pero fuimos atendidos demasiado tarde. Finalmente, la Junta reconoció el incumplimiento de su promesa y nos ofreció otras dos fincas, la Dehesilla y el Moralejo, hasta que El Patrimonio estuviera preparado, pero para nuestra sorpresa, reducía el espacio para nuestro ganado de las 14.000 hectáreas prometidas a unas 5.000 y nos decía que ya no podríamos tener allí a las 400 yeguas expulsadas de Hinojos, sino sólo 250. Imaginad nuestra sorpresa, nuestra indignación y la incertidumbre con la que hemos tenido que lidiar estos meses. Por otro lado, ni la Dehesilla ni el Moralejo reúnen las características necesarias para que las yeguas pasten y haberlas metido allí habría puesto en peligro sus vidas.
Tras muchas deliberaciones y al no contar con ninguna alternativa decente que permita albergar a nuestro ganado, el pasado 20 de junio votamos, con gran dolor, suspender la Saca de las Yeguas de este año en tanto en cuanto la Junta de Andalucía no solucione un problema que nosotros no hemos provocado.
Se abrió un periodo de negociaciones en el que la Junta puso sobre la mesa una serie de alternativas que pasaban, esta vez sí, por alojar una parte de las yeguas en un espacio de humedal: la finca de Marismillas, pero a costa de sacar de allí un numero proporcional de cabezas de ganado vacuno, es decir, enfrentando a los socios yegüerizos con los socios criadores de vaca marismeña, desvistiendo un santo para vestir a otro. Absolutamente intolerable.
No lo podíamos consentir. Sabemos que la suspensión de la Saca de las Yeguas ha sido un varapalo para todo Almonte y para muchos visitantes que cada año se unían a nosotros en una de las celebraciones más hermosas que se conservan en España. Sabemos, porque nosotros también lo sentimos así, que esta decisión ha causado mucho dolor, mucha rabia y mucha pena entre nuestros vecinos, y que supone un triste precedente para una tradición que se ha mantenido inalterable nada menos que desde 1504. Pero no podemos consentir que se siga jugando con nuestro modo de vida, con nuestro futuro, con nuestras costumbres y tradiciones. Que se siga intentando expulsarnos de un entorno que es nuestro, poco a poco, tratando de aburrirnos, de desesperarnos, para que abandonemos todo vínculo con Doñana. No lo vamos a consentir.
Por eso estamos hoy aquí, para pedir vuestro apoyo y vuestra solidaridad en una lucha que no ha hecho más que empezar pero que tiene que acabar, necesariamente, con la celebración de la Saca de las Yeguas de 2018 tal y como ha venido haciéndose SIEMPRE!!
Los yegüerizos almonteños hemos sido flexibles, compresivos, incluso hemos cedido en algunos de nuestros derechos. Pero después de sentirnos totalmente engañados por la Junta de Andalucía hemos dicho BASTA. Basta de mentiras, de promesas incumplidas, basta de que la dirección del Parque Nacional nos trate como extraños en nuestra casa que es Doñana. Y ahora vamos a exigir lo que por derecho natural, por historia y por tradición nos pertenece, que nuestras yeguas pasten como lo han venido haciendo desde el inicio de la especie en las marismas de Doñana, en término municipal de Almonte. Ahora vamos a gritar alto y fuerte que han herido nuestro orgullo de pobladores de Doñana y que no estamos dispuestos a admitir ni una sola humillación más, que pedimos lo que por justicia y por sentido común nos pertenece.
LAS YEGUAS EN SU HÁBITAT NATURAL, LAS MARISMAS DE DOÑANA
Ftg; M.A.CABALLERO
Buenas tardes y muchas gracias a todos nuestros vecinos de Almonte y a los visitantes que hoy habéis querido acudir para acompañarnos y apoyarnos en esta movilización.
Lamentablemente y como todos sabéis, desde el pasado sábado hasta hoy ha ocurrido un hecho que es una terrible desgracia y que nos obliga a dedicar nuestras primeras palabras al mismo. Se trata del incendio que comenzó en Moguer y que a lo largo del día de ayer ha consumido una parte importante de nuestra amada Doñana, de nuestro patrimonio, de nuestra vida. Del entorno que nos ha visto nacer y crecer, del lugar en el que desarrollamos nuestra labor ganadera y que marca profundamente nuestra idiosincrasia y nuestras costumbres.
Es imposible valorar el daño causado y el dolor que sentimos al contemplar el estado en el que ha quedado el parque. Sin embargo, queremos pediros un fuerte aplauso para todos los hombres y mujeres que han estado luchando contra las llamas en las últimas horas, arriesgando incluso sus vidas. Se merecen nuestro reconocimiento y nuestro más sincero agradecimiento, porque sin ellos, seguramente, la catástrofe habría sido inabarcable.
Doñana es nuestro cosmos particular, nuestra vida, nuestra casa. Con Doñana nos une vínculo que va más allá de lo afectivo porque se remonta miles de años atrás y se transmite de padres a hijos en una carga genética que destila amor por la tierra que nos ha visto crecer y desarrollarnos. Hablar de Almonte es hacerlo de Doñana y viceversa. Sin embargo, desde que las administraciones públicas tomaron el control del Parque Nacional se ha generado un mito que no se corresponde con la realidad, el de la Doñana Salvaje, el de la Doñana en la que no interviene la mano del hombre, una entelequia que a poco que miremos hacia atrás no se sostiene por sí misma.
Porque Doñana es producto de la mano del hombre, hemos sido los pobladores de Doñana, los que a lo largo de los siglos hemos modelado este territorio para que la Humanidad pueda hoy disfrutar de uno de los parajes naturales más importantes del mundo. Hemos sido nosotros y nadie más, con nuestros usos tradicionales y costumbres, con las tareas ganaderas, la apicultura, el carboneo, el aprovechamiento de la piña o la agricultura tradicional los que hemos propiciado que Doñana se conserve en las mejores condiciones. Conviviendo en armonía con el medio natural, equilibrándolo y reparando las catástrofes naturales, que como la acontecida desde la noche del sábado han azotado históricamente este espacio. Por eso no se entiende que los gestores del Parque Nacional hayan ido limitando la presencia humana dentro de Doñana hasta ir extinguiendo los lazos culturales y etnográficos que se han forjado de manera secular, hasta el punto de poner en peligro, la conservación del espacio y de algunas de las especies que en él habitan y le son propias, como la yegua marismeña.
Sí, la yegua marismeña es una especie propia de Doñana, como el lince ibérico o el águila imperial. Es una raza autóctona, única y exclusiva de este entorno, donde se ha criado, lo sabemos bien porque es algo que está convenientemente documentado, desde mucho antes de que Doñana existiese como tal. Este entorno es el que le confiere las características que son propias de su raza y que no tendría si se criara en otro ecosistema distinto. Por tanto, la yegua marismeña sólo puede criarse, vivir y reproducirse en un entorno de humedal.
La yegua marismeña, además, está en peligro de extinción. Sólo quedan unos pocos cientos de ejemplares. Su recuento está muy por debajo de lo que las autoridades estipulan como límite para considerar a una especie en riesgo. Es irónico que hayan sido las propias limitaciones de las autoridades que gestionan Doñana las que en parte hayan provocado la progresiva desaparición de la especie. Y es que en Doñana sólo puede vivir un número limitado de yeguas. Es lo que se denomina “carga ganadera” y está establecido en el Plan Rector de Uso y Gestión del parque.
De ese número ya de por sí limitado, los ganaderos almonteños contaban con 400 cabezas de ganado en lo que se conoce como Marisma Gallega, perteneciente al término municipal de Hinojos. En 2010, el Ayuntamiento de Hinojos dictó una ordenanza que mandaba la expulsión de 210 ejemplares de titularidad almonteña de su marisma con el fin de ocupar esas plazas con yeguas propiedad de sus ciudadanos. Esto, que suponía una injusticia para los derechos históricos de los ganaderos almonteños, fue llevado a los tribunales, pero el Supremo consideró en 2015 que Hinojos estaba en su derecho de echar a nuestras yeguas de su territorio.
¿Qué podíamos hacer entonces? ¿Dónde llevaríamos nuestro ganado para que siguiera viviendo? La Junta de Andalucía nos ofreció entonces una solución que, si bien no era en absoluto de nuestro agrado, era la única opción que teníamos de poder seguir con la crianza de nuestras yeguas. Se trataba de llevar estas 210 cabezas a la finca del Patrimonio, un terreno de carácter forestal que la Junta prometió que se adecuaría para que las yeguas pudieran vivir en él y que estaría preparado antes del 31 de diciembre de 2016. Esta promesa salvó la Saca de las Yeguas del año pasado tras muchas negociaciones.
Sin embargo, la Junta de Andalucía no cumplió su compromiso. La finca del Patrimonio no estuvo lista a 31 de diciembre de 2016, tampoco en enero, ni en febrero ni en marzo de 2017. Pasaban las semanas y la intranquilidad de los ganaderos iba creciendo. Mientras tanto, en enero, Hinojos publicaba una nueva ordenanza por la que echaba al resto de las yeguas almonteñas, es decir, a las 400 que habían vivido allí siempre.
Pedimos varias reuniones con el consejero José Fiscal para saber qué iba a pasar, pero fuimos atendidos demasiado tarde. Finalmente, la Junta reconoció el incumplimiento de su promesa y nos ofreció otras dos fincas, la Dehesilla y el Moralejo, hasta que El Patrimonio estuviera preparado, pero para nuestra sorpresa, reducía el espacio para nuestro ganado de las 14.000 hectáreas prometidas a unas 5.000 y nos decía que ya no podríamos tener allí a las 400 yeguas expulsadas de Hinojos, sino sólo 250. Imaginad nuestra sorpresa, nuestra indignación y la incertidumbre con la que hemos tenido que lidiar estos meses. Por otro lado, ni la Dehesilla ni el Moralejo reúnen las características necesarias para que las yeguas pasten y haberlas metido allí habría puesto en peligro sus vidas.
Tras muchas deliberaciones y al no contar con ninguna alternativa decente que permita albergar a nuestro ganado, el pasado 20 de junio votamos, con gran dolor, suspender la Saca de las Yeguas de este año en tanto en cuanto la Junta de Andalucía no solucione un problema que nosotros no hemos provocado.
Se abrió un periodo de negociaciones en el que la Junta puso sobre la mesa una serie de alternativas que pasaban, esta vez sí, por alojar una parte de las yeguas en un espacio de humedal: la finca de Marismillas, pero a costa de sacar de allí un numero proporcional de cabezas de ganado vacuno, es decir, enfrentando a los socios yegüerizos con los socios criadores de vaca marismeña, desvistiendo un santo para vestir a otro. Absolutamente intolerable.
No lo podíamos consentir. Sabemos que la suspensión de la Saca de las Yeguas ha sido un varapalo para todo Almonte y para muchos visitantes que cada año se unían a nosotros en una de las celebraciones más hermosas que se conservan en España. Sabemos, porque nosotros también lo sentimos así, que esta decisión ha causado mucho dolor, mucha rabia y mucha pena entre nuestros vecinos, y que supone un triste precedente para una tradición que se ha mantenido inalterable nada menos que desde 1504. Pero no podemos consentir que se siga jugando con nuestro modo de vida, con nuestro futuro, con nuestras costumbres y tradiciones. Que se siga intentando expulsarnos de un entorno que es nuestro, poco a poco, tratando de aburrirnos, de desesperarnos, para que abandonemos todo vínculo con Doñana. No lo vamos a consentir.
Por eso estamos hoy aquí, para pedir vuestro apoyo y vuestra solidaridad en una lucha que no ha hecho más que empezar pero que tiene que acabar, necesariamente, con la celebración de la Saca de las Yeguas de 2018 tal y como ha venido haciéndose SIEMPRE!!
Los yegüerizos almonteños hemos sido flexibles, compresivos, incluso hemos cedido en algunos de nuestros derechos. Pero después de sentirnos totalmente engañados por la Junta de Andalucía hemos dicho BASTA. Basta de mentiras, de promesas incumplidas, basta de que la dirección del Parque Nacional nos trate como extraños en nuestra casa que es Doñana. Y ahora vamos a exigir lo que por derecho natural, por historia y por tradición nos pertenece, que nuestras yeguas pasten como lo han venido haciendo desde el inicio de la especie en las marismas de Doñana, en término municipal de Almonte. Ahora vamos a gritar alto y fuerte que han herido nuestro orgullo de pobladores de Doñana y que no estamos dispuestos a admitir ni una sola humillación más, que pedimos lo que por justicia y por sentido común nos pertenece.
LAS YEGUAS EN SU HÁBITAT NATURAL, LAS MARISMAS DE DOÑANA
Ftg; M.A.CABALLERO
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